Durante los años sesenta y setenta, Gianni Rodari (1920-1981) estimuló una renovación de los contenidos de la literatura infantil al cuestionar los planteamientos pedagógicos autoritarios en que se sustentaban. Con muchas dosis de subversión y humor, experimentó con elementos del imaginario colectivo y los transformó, creando cuentos que parodiaban las formas tradicionales, invertían los roles o, simplemente, dejaban a los lectores inventarse el final, como en su libro Cuentos para jugar. 
Rodari rescató el entusiasmo y experimentación de las vanguardias, del surrealismo en especial, y se inspiró en la tradición popular de las rimas infantiles, que en Italia se denominan Filastroche, para darles la vuelta con inesperados juegos de palabras.
Sus historias, aparecidas en diarios y revistas, pronto se recopilaron en libros. Cuentos por teléfono (1962), El libro de los errores (1965), Cuentos para jugar (1971) entre otros, y su maravillosa Gramática de la fantasía (1974), en la cual reúne sus opiniones respecto a la literatura infantil, la educación, y juegos de creación de literaria, entre los que destaca como pieza angular el binomio fantástico. Éste consiste, de manera general, en la confrontación de dos palabras aparentemente sin relación, y por tal motivo, al unirlas generan historias.
Además, en su Gramática encontramos las ideas que lo motivaban en su quehacer periodístico, literario y como promotor de la lectura y la escritura.

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